lunes, 28 de mayo de 2012

Damasco: Primavera de jazmín negro y fragancia de muerte



La gran conmoción y tristeza que me ha provocado el último de los atentados sufrido por la querida Damasco no me ha permitido escribir hasta hoy.
 
Me levanté por la mañana con las macabras noticias: dos ataques terroristas, piezas humanas esparcidas por las calles, cuerpos destrozados e inertes, coches quemados con cuerpos calcinados en su interior, edificios destrozados, humo cubriendo el cielo de Damasco.

Los entrevistados gritaban llorando: ¡¿Éste es el cambio que piden?! ¡¿Es ésta la primavera Siria?! ¡Esta es la democracia y la libertad que buscan! Grité en silencio: ¡Sí!¡Esta es la libertad y la primavera que nos espera! ¡Un largo invierno de muerte y destrucción! ¿Cómo puede esta gente construir un país? ¿Cómo pueden seguir llamando a esto primavera si ya han matado a miles de personas? Esta no es una revolución Siria, ¡es una revolución contra Siria!

Pasé todo el día mirando la televisión y diferentes páginas de internet, incapaz de concentrarme en mi trabajo... Analizando la cobertura de este desastre por los diferentes medios de comunicación. Al Arabiya y Al Jazeera, ignorando a las personas civiles que fueron víctimas del ataque, se apresuraron a recoger declaraciones intencionadas de miembros de la oposición en el extranjero que acusaban directamente al Gobierno de Damasco, ignorando las lágrimas de las madres buscando señales de vida de sus hijos, y sin mostrar el menor sentimiento de compasión ni de condolencia hacia el pueblo sirio.

Unas horas más tarde, Jabhaat al Nasra, la versión de Al Qaeda en Siria, reivindica los atentados, mientras que ni Al Arabiya ni Al Jazeera, ni por supuesto ningún medio occidental, han informado todavía al respecto en sintonía con la macroestrategia de manipulación mediática que ha llevado a la ceguera absoluta de gran parte de la opinión pública internacional, lo que ha provocado ya la dimisión de decenas de periodistas por motivos de conciencia, que por supuesto han sido silenciadas. En la misma línea, tampoco se informó sobre la interceptación de un microbús cargado de explosivos en Alepo horas después.

Mientras tanto, y como era de esperar, ninguna expresión de condolencia ha emanado tampoco de los Hermanos Musulmanes y otros opositores que llevan más de 30 años conspirando en los salones europeos. A los que se presentan como “alternativa nacional”, parece ser que lo único que les interesa es que mercenarios yihadistas sigan entrando a Siria provenientes de Túnez, Libia, Egipto y otros muchos países.

Ante el fracaso de la estrategia del choque frontal entre mercenarios y las fuerzas regulares, y el apoyo mayoritario del pueblo sirio a su Gobierno después de más de un año de conflicto, la nueva estrategia para desestabilizar Siria y provocar el odio interreligioso se basa en tres tácticas.

La primera y más importante son los grandes atentados con el objetivo de aterrorizar al pueblo, para que este pierda la confianza en un Gobierno que es incapaz de protegerles.

La segunda es el secuestro selectivo de miembros de la burguesía para conseguir financiación a través del pago de rescates, que también hace crecer el clima de inseguridad.

La tercera táctica es el asesinato selectivo de personalidades de las minorías alauita, cristiana y drusa, para el que se ha creado una página web en Facebook con una lista negra que se actualiza constantemente con la foto y los datos de las personas que deben ser asesinadas, por quien pueda tener acceso a ellas y quiera ganarse el paraíso.

Lo más chocante de la página es que cuando una persona es asesinada, a continuación sellan digitalmente la fotografía con un mensaje que dice: “Ejecutado por el Ejército Libre Sirio”. Así mueren últimamente muchas personas de camino a su trabajo o de vuelta a casa. Tres tiros en la cabeza y a bocajarro es la forma de ejecución empleada. En ocasiones graban el asesinato y lo publican días después en nombre de Dios.

Ante este panorama, dos situaciones se pueden dar a medio y largo plazo. La deseable, aunque cada día más utópica, sería que el pueblo sirio resista la presión exterior y pueda iniciarse la senda de la reconciliación y la resolución pacífica de las diferencias como paso previo a una transición hacia la democracia. La segunda significaría el triunfo de la intervención exterior y una situación catastrófica para Siria, que se convertiría en un país destrozado por la guerra civil y el odio intersectario. A continuación, el conflicto se extendería por todo Oriente Medio.

Nagham Salman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Oriente Medio.

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