jueves, 12 de julio de 2007

Lobby anti embriones

Por Natalia López Moratalla en www.alfayomega.es 12/07/07

Han pasado 5 años desde que se lanzaran falaces promesas de curación a colectivos de enfermos, mediante las células madre obtenidas de la destrucción de embriones humanos sobrantes. Se engañó a millones de enfermos diciéndoles que se les podría ayudar, y se forzaron las reformas legales para hacerse con los embriones y procurar que sobraran bastantes. Muy pronto se supo que nunca servirían para curar, pero se ocultó. Se alargaron los plazos, se dijo que los prejuicios religiosos impedían investigar, y se concedieron millones de euros a los centros promovidos y dirigidos por el recién nombrado ministro de Sanidad.

Al amparo de la revista Nature, casualmente galardonada estos días con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, nace el lobby pro células embrionarias, bandera política en las elecciones pasadas. El objetivo es bien definido: no permitir que la investigación con embriones se debata en la comunidad científica, sino mantenerla como arma de ataque contra la Iglesia y los católicos.

Desde el inicio se prevé que, en el hipotético caso de que se llegasen a usar las células madre embrionarias, éstas serían rechazadas por el paciente. El trabajo se centra en la transferencia nuclear (conocida como clonación terapéutica ), a fin de conseguir células embrionarias de un embrión clónico del paciente. España se lanza a crear bancos de células, y a aprobar a la ligera una Ley de Investigación Biomédica que abre de par en par las puertas a la clonación terapéutica y legaliza la donación de óvulos, como si no fuera algo grave y peligroso para las donantes. Ley que parte del error de que «la investigación con gametos, embriones o células embrionarias se ha hecho imprescindible».

Y esto a pesar de que, en mayo de 2005, la otra revista galardonada, Science, publicara el trabajo del equipo del investigador surcoreano Hwang, que resultó ser un fraude. No sólo no se habían conseguido líneas celulares de los supuestos clones, sino que había usado unos 2.200 óvulos humanos sin resultados. No bastó para reconocer el fracaso del lobby. Se traen a los fracasados clonadores Miodrag Stojkovic a Valencia, y José Cibelli a Granada, a la espera de que entre en vigor la ley que les permita abundancia de óvulos de chicas jóvenes.

Aún falta el final: Nature se echa atrás el 7 de junio, reconociendo que no es factible la clonación terapéutica. Crea una nueva revista para retirarse de la apuesta con disimulo y propone que, en vez de óvulos para crear clones del paciente, se usen embriones ya generados para cambiarles la dotación genética. De momento, el resultado ha sido cero. Pero ya se apresuran a comprar los embriones sobrantes para seguir intentándolo. No hace ninguna falta hacerlo, pero la obsesión por los embriones se ha hecho patológica. Urge que el poder político nos deje trabajar a los científicos en la búsqueda de auténticas soluciones con células del mismo paciente. Va muy bien este trabajo. Merece apoyo y respeto; también lo merecen los enfermos y sus familias.

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